
Eres abrazos y besos a todas horas. Eres carcajadas nocturnas en la cama. Eres la constancia hecha persona. Eres coplas de Carnaval de Cádiz. Eres cura de humildad cuando pretendo, al menos, empatar. Eres desahogo para que pueda poner en práctica la asertividad. Eres domingos por la tarde en el sofá. Eres impulso para que no baje mis brazos. Eres lágrimas de emoción el día de nuestra boda. Eres mentiras con inevitable esbozo de sonrisa. Eres voz de aliento un sábado de carrera.
Eres pan lisboeta recién hecho cada mañana. Eres luces de Navidad en la londinense Oxford Street. Eres son cubano al final de la calle Obispo de La Habana Vieja. Y olas que golpean sobre el Malecón. Eres la ilusión de ver los cinco grandes en Masai Mara. Eres azulejos de colores en Oporto. Eres la fe de Roma. Eres el oasis que supone Central Park para Manhattan. Eres Marcha Radetzky, que a todos hace aplaudir y sonreír. En Viena o en cualquier lugar. Eres todos los rincones del mundo que vamos a descubrir.
Eres amante, amigo, compañero, confidente, familia… Eres el padre que quiero para mis hijos. Eres los mejores siete años de mi vida. Y los que quedan por venir.
Pero lo que más me gusta de ti no es quién eres tú, sino quién soy yo cuando estoy contigo.